La propagación de rumores y falsedades es una tendencia humana que se ha amplificado con la llegada de Internet, donde la velocidad y el alcance de las redes sociales han incrementado exponencialmente su difusión. Las noticias falsas, según un estudio del MIT (Vosoughi et al., 2018), tienen un 70% más de probabilidad de viralizarse en comparación con la información verídica, siendo especialmente prevalentes en temas políticos. Este fenómeno se agrava porque incluso cuando se desmienten, las personas tienden a creer en información errónea, especialmente si proviene de fuentes cercanas, haciendo que los esfuerzos por contrarrestar la desinformación sean insuficientes.
En este contexto, surge la "posverdad", definida por la Real Academia Española como "información que prioriza emociones y creencias sobre hechos objetivos". Este concepto, estrechamente vinculado a la desinformación, tiene implicaciones significativas en cómo las personas interpretan y perciben la realidad.
Un artículo muy interesante es el de la docente y periodista Carmen Marta Lazo: La desinformación, enfermedad de la sociedad posdigital: amenazas y desafíos.
Uso de términos que tienen como propósito depreciar a otro
Se crea una realidad sobre las características de un tema o grupo con atribuciones o hábitos que tienen como propósito inducir el miedo, la intimidación y la violencia.
Difusión masiva de noticias falsas para que la atención del público gire en torno a ellas en lugar de a la información que puede afectar los intereses de un sujeto en particular.
Se juega con las palabras de tal forma que su significado queda oculto.
Presenta versiones fragmentadas de los hechos.
Obedece a una teoría que en comunicación se denomina agenda setting o Teoría del establecimiento de la agenda A grandes rasgos, se reconoce que los medios tienen poder para graduar la importancia de un tema u otro en función del nivel de audiencia que se desee.
Consiste en el uso de los adjetivos que denotan la imposibilidad de que algo sea cuestionable; por ejemplo, decir que A o B es algo inquebrantable Se utilizan cuando se desea conseguir que un asunto que debería ser profundamente analizado no se reflexione y se termine aceptado
Quien emite un mensaje, le da a entender al público que la culpa por la cual ocurrió un evento reside en un tercero
El tema en cuestión no tiene perspectivas, o es bueno, o malo.
Sustitución de términos que denotan menor negatividad en torno a la gravedad del asunto por otros que tengan menor impacto en el público
Se juega con las palabras de tal forma que se crean justificaciones para ciertos argumentos, acciones, etc
El avance de la inteligencia artificial (IA) ha ampliado y sofisticado las estrategias de desinformación, que se manifiestan de diversas maneras:
Manipulación activa de datos: Consiste en violaciones de privacidad para influir en decisiones, como elecciones, mediante el uso de información comprometedora. Esto genera polarización, discursos de odio y afecta la capacidad de los votantes para decidir de manera informada.
Manipulación pasiva de datos: Las redes sociales refuerzan las cámaras de eco y burbujas informativas al segmentar usuarios según sus preferencias, consolidando sesgos y fomentando actitudes intolerantes hacia opiniones contrarias, lo que intensifica la polarización social.
Censura informativa: Los medios priorizan temas sensacionalistas y polémicos, ignorando problemáticas relevantes como la salud mental o la economía. Esto desplaza la atención de cuestiones importantes hacia contenidos más atractivos para las redes sociales.
Deepfakes y manipulación audiovisual: Estas técnicas generan videos, audios e imágenes falsificados con apariencia realista, utilizados para difamar o desorientar al público, afectando la confianza en la información.
Narrativas segmentadas: Se crean historias diseñadas para resonar con audiencias específicas, buscando influir en su comportamiento y percepciones futuras.
Atención fragmentada: La saturación de notificaciones y contenido superficial en las pantallas reduce la capacidad de concentración y fomenta la dependencia de “atajos cognitivos” para procesar información, lo que facilita la propagación de desinformación.